Jesús nos enseña a ser humildes y tratar
bien a nuestros compañeritos, y a las personas que están a nuestro alrededor.
Una vez El conto una historia de ciertas personas que se creían ser perfectas
solo porque conocían toda la biblia, y por eso vivian despreciando a los demás.
Lo más importante no es conocer la biblia, y si practicar lo que ella enseña.
Jesús hablo al respecto de dos hombres, uno era fariseo los fariseos les gusta
estudiar la Biblia y es por eso que conocían todo sobre Dios y el otro hombre
era publicano, los publicanos eran cobradores de impuestos , engañaban a las
personas cobrando más para quedar con el dinero. ¿Qué feo no es verdad?
Ellos fueron a
la Iglesia para orar, y en el momento de la oración el fariseo se comenzó a
exaltar diciendo para Dios, que hacia todo lo correcto Y por eso era mejor que
todas las personas, y mejor que el publicano que estaba allá en el final de la
iglesia. El publicano, triste y arrepentido de hacer tantas cosas erradas,
oraba de cabeza baja pidiendo a Dios que lo perdonara y que tuviera
misericordia de él. Él decía: Señor, perdóname pues soy el peor de los hombres.
CONCLUSIÓN
Dios no se alegra cuando nos creemos mejores que los
otros, y maltratamos a las demás personas. Él es muy feliz cuando reconocemos
que somos llenos de fallas y errores, y que precisamos de Su ayuda. Aunque
sepamos orar y contar algunas historias de la biblia, no debemos despreciar ni
maltratar a aquellos que nos conocen. Debemos tratar con amor y cariño
mutuamente así como Jesús hace con nosotros. Nunca debemos actuar como los
fariseos, y si como el publicano, reconociendo que no somos nada, y tampoco
mejor que nadie.
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